Capítulo 3
-
Déjala Harry, creo que la hemos perdido -.
Sacudí
mi cabeza de un lado al otro intentando recuperar el sentido común, pero sabía
que ese estado de shock en el que me encontraba no se me iba a pasar de un
momento a otro.
Cuando
más o menos volví a la realidad, me encontré rodeada de cinco chicos de unos
cuantos años más que yo. Lo único que se me ocurrió hacer fue levantarme a toda
prisa y sacudir mi ropa, ya que estaba llena de trozos de madera y algo de
hierba, pero las piernas se me habían dormido y no me respondían.
-
Esto…lo siento mucho – dije intentando que no se me subieran los colores, lo
que llegó a resultar una misión imposible.
-
¿Sentir el qué? Si no has hecho nada malo – me contestó con voz dulce el chico
que llevaba unos tirantes de ojos grises, y extendió su mano hacia mí ayudando
a levantarme.
-
Em… gracias – respondí cabizbaja y con voz cortada.
Lo
primero que pensé al verles era que serían unos creídos que se les había subido
la fama a la cabeza, pero solo con haber intercambiado dos palabras, sabía que
nada de eso les ocurría.
Se
fueron presentando todos, uno a uno. Louis era el chico de tirantes y ojos
grises, Niall era el rubio de ojos azules que tocaba la guitarra. En cuanto le
ví, supe que si se lo presentaba a Mar, se iba a enamorar completamente de él.
Zayn era moreno con unos ojos marrones, esos ojos que seguramente iban a volver
loca a Bea. Liam era el chico que llevaba una camisa de manga corta a cuadros,
y por último Harry… el chico; sus rizos, sus ojos, su sonrisa, sus hoyuelos…
- Encantada, me llamo Paola – contesté soltando
otra de mis mejores sonrisas, la segunda hasta el momento.
Fuimos
dando un paseo por el pueblo como si fuéramos amigos de toda la vida, hablando
de todo un poco.
No
podía negarlo, estaba nerviosa. Me sudaban las manos y me temblaban las
piernas, y nada de eso mejoraba con las miradas de Harry. Sé que parece una
locura, pero cada vez que le miro siento que le conozco de algo, de ese algo
que no consigo recordar por más vueltas que le doy a la cabeza.
A
mitad del camino encontramos un parque que estaba desierto de gente, y
decidimos quedarnos. Louis y Harry parecían un matrimonio; discutían y a los
segundos ya se estaban dando abrazos. No paraban de hacer el tonto ninguno de
los dos, pero aún así, eran igual de adorables. Liam y Zayn se sentaron en un
banco con los móviles, y Niall y yo estuvimos haciendo tonterías por todo el
recinto, sacando nuestro lado más infantil. Fuimos a un kiosco que estaba
enfrente e hicimos una pequeña merendola.
-
Bueno Paola, ¿has pensado en dedicarte a la música profesionalmente? – preguntó
Liam con cara de intriga.
-
¡Claro que lo he pensado! Pero no creo que vaya a llegar nunca a ese nivel, a
parte, a mis padres no les gusta mucho esa idea. Prefieren que me centre en los
estudios – contesté con voz de pena.
Pasaron
unas chicas a nuestro lado que llevaban la música puesta. Stereo hearts. Cuando
se fueron alejando, noté como los chicos empezaron a mirarme de forma extraña,
tramando algo, hasta que me dí cuenta de lo que se les pasaba por la mente, a
lo que me negué rotundamente.
-
No, no y no, no lo pienso hacer -.
Niall
cogió mi guitarra y empezó a tocar los acordes de la canción y todos le
siguieron cantando. Pensaba que iban a seguir así hasta que se acabara la
canción, pero a los pocos segundos de empezar hubo un silencio.
-
¿Veis? Si vosotros dos lo hacéis muy bien, yo no tengo porque cantar.
-
Venga Paola, hazlo por nosotros -. Louis empezó a hacer pucheros con la cara, a
lo que me costaba mucho resistirme, y más por esos ojos.
Mirando
de reojillo, sentí como Zayn se acercaba mucho hacia mí y se arrimó a mi oreja.
-
Y si no lo haces por nosotros, por lo menos hazlo por Harry -.
Acto
seguido, me guiñó un ojo. Los chicos se quedaron extrañados por esa expresión,
a la que no dieron mucha importancia, pero a la que yo dí mucha.
¿Por
qué me había dicho lo de Harry? Lo más normal es que se hubiese pronunciado a
sí mismo, pero no todo es como pensamos.
Ese
silencio me estaba incomodando mucho, muchísimo, a si que accedí a cantar y la
música se volvió a escuchar.
Me
levanté del césped y ví como Harry se levantaba conmigo. Espera, ¿Harry?
¿Apenas
me había dirigido la palabra en todo el día y ahora iba a cantar conmigo? Ese
tipo de acciones bipolares las odio, pero eso no iba a arruinar mi canción.
``My heart's stereo, It beats for you so listen close, hear my thoughts in every note, oh oh. Make me your radio, turn me up when you feel low. This melody was meant for you, just sing along to my stereo´´.
La verdad, no canta nada mal, pero que
nada mal.
Segundos antes de terminar la canción,
cerré los ojos para acabar bien la afinación, y cuando terminó, los volví a
abrir y encontré a Harry mirándome con una sonrisa de oreja a oreja, con sus
preciosos hoyuelos que siempre están ahí, pero no le aguante mucho la mirada,
ya que sentí una vibración en el bolsillo pequeño del pantalón. Mamá.
- Dime mamá -.
- Cariño, ven cuanto antes a casa de los
abuelos que nos tenemos que ir -.
- ¿Qué ha pasado? -.
- Tranquila amor, no te preocupes. Solo
que a tu hermana le duele un poco la tripa y tu padre y yo preferimos irnos a
casa -.
- Vale mamá, ya voy de camino a casa. Un
beso -.
- Te quiero cariño, y ten cuidado cuando
vengas -.
Colgué y volví a meter en móvil en el
pantalón.
- Bueno, ¿segui…
Apenas pude terminar la frase cuando me dí
cuenta de que todos estaban mirándome con una mirada de confusión. Bueno, todos
excepto Niall, que seguía estando tan normal como antes. Se acercó a mí y se
acercó a mi oído:
- Vamos a tener que darles unas cuantas
clases de español a estos ingleses, ¿no crees? -.
Seguidamente de aquel comentario, empecé a
reírme sin pensarlo, saliendo solo.
- Si hace falta mejor nos vamos y os
dejamos solos tortolitos – soltó Louis de repente con voz picarona.
- ¿Y si mejor nos vamos? La madre de Paola
debe de estar esperándola – dijo Harry.
Nos miramos. Intenté buscar algo en su
mirada, intentando descifrar algo, aunque fuese lo mínimo. Pero nada, no hubo
ningún logro.
Cuando estábamos a unos metros de la
puerta de casa, ví como mis padres estaban despidiéndose de mis abuelos. Una
vez que se quedaron solos, visualicé como la expresión de la cara de mi madre
cambiaba, estaba alegre, contenta, como me gusta verla a mí, pero no creo que
fuese por mí.
- ¡Harry! Madre mía, como has cambiado,
cuanto tiempo, ¿qué tal estás? -.
Espera, ¿Harry, mi madre? ¿Qué tenían que
ver los dos? Espero que esto no sea un programa de cámara oculta.
- ¡Señora! Si, la verdad es que si, hace
mucho que no les veía. Bien, ¿ustedes qué tal? -.
- Nosotros muy bien, como siempre la
verdad. No me puedo creer el cambio que has dado, cuando tenías nueve años eras
un enano y mírate ahora -.
- Bueno, la verdad es que sí, no me puedo
quejar. Usted también ha cambiado mucho, para mejor claro -.
- No digas tonterías anda. A ver si un día
nos vemos todos con tus padres y hablamos, ¿a que sí Paola? -.
Estaba en mi mundo. Era imposible. Mis
padres conocían a Harry, y por lo que se ve, ahí no acababa la cosa. Notaba que
estaban hablando, pero le dí poca importancia. Hasta que sentí que me
zarandeaban y reaccioné.
- Cariño, ¿estás ahí? – dijo mi madre con
preocupación.
- ¿Eh?, esto… si, si -.
- Sabes que no me gusta que me des la
razón como a los tontos – contestó con voz de pocos amigos -. Despídete de
todos tus amigos y nos vemos en el coche.
Y Harry, me alegro de haberte vuelto a
ver.
- Lo mismo digo Carmen -. Guau, pocas
veces oír el nombre de mi madre me resultaba hasta extraño.
Mi madre se metió en el coche y seguida de
ella, fueron mi padre y Alicia.
- Bueno chicos, yo me voy, espero volver a
veros pronto -.
- Eso no lo dudes. Toma -. Liam sacó una
pequeña tarjeta de su bolsillo y me la entregó.
- ¡Gracias! -.
Les dí unos besos de despedida, aunque en
el que más me detuve fue en él, en quién si no. En esos ojos raros que cada vez
que los miraba me hipnotizaban, en esos perfectísimos hoyuelos, en esa sonrisa
jodidamente perfecta, en esos labios que dan ganas de besarlos cada vez que los
veía.
Una vez que estaba en el coche, el camino
se hizo eterno. Creo que merecía una explicación sobre todo eso. No iba a esperar
una eternidad para descubrirla, a si que rápidamente saqué el móvil y me
dispuse a mandar un mensaje.
(*Narra Harry*)
Ví como se iba en aquel coche. No podía
apartar la vista de ella, de sus ojos color miel, de su pelo castaño claro que
solo quería acariciar, de sus carnosos labios que quería besar y nunca parar de
hacerlo, de su sonrisa, que según ella era imperfecta, pero según yo, era la
más perfecta que había visto.
Habían pasado muchos años, demasiados,
pero esos recuerdos permanecen ahí como si hubiesen sido ayer. Pero sabía que
esta era mi oportunidad, y no la iba a dejar escapar.
Sentí una vibración del móvil que
rápidamente logró sacarme de mis pensamientos. Un mensaje, número desconocido.
‘’Necesito verte cuanto antes, creo que
merezco una explicación. Besos, Paola’’.
A la chica no le faltaba razón. También
pensaba que merecía una explicación. Ni yo mismo me entendía. Pero no iba a ser
solo mía.
Habían sucedido muchas cosas, la habían
pasado muchas cosas. Sufrió como ninguna otra persona que haya conocido, y una
de las más valientes que existen.
No contesté al mensaje, simplemente no
pude. Prefería decirlo todo en persona.
- ¿Harry? ¿Harry estás ahí? -.
- Eh… sí, sí, claro Liam -.
- Tío, no nos gusta verte así. No te
preocupes que todo se arreglará – dijo Louis poniendo su mano alrededor de mi
hombro.
A raíz de esas palabras, mis ojos
empezaron a sumergirse en largos mares llenos de agua, yéndose la situación de
las manos.
- Eso espero, aunque no es que tenga
muchas esperanzas en que eso se haga realidad. No se acuerda de quién soy. Para
ella nuestros momentos vividos no han existido, se han desvanecido completamente
–. Rompí a llorar, aunque era predecible.
- Joder Harry, por muy difícil que
parezca, siempre hay una mínima esperanza, la que nunca hay que perder – dijo
Zayn.
Decidí bajar la cabeza y seguir andando.
En esos momentos, el mundo desapareció y solo estaban mis sentimientos y yo.
Quería perderme en la oscuridad de la noche, en el camino de farolas que
estaban encendidas, en las calles llenas de piedras.