domingo, 22 de abril de 2012


Capítulo 3

- Déjala Harry, creo que la hemos perdido -.

Sacudí mi cabeza de un lado al otro intentando recuperar el sentido común, pero sabía que ese estado de shock en el que me encontraba no se me iba a pasar de un momento a otro.
Cuando más o menos volví a la realidad, me encontré rodeada de cinco chicos de unos cuantos años más que yo. Lo único que se me ocurrió hacer fue levantarme a toda prisa y sacudir mi ropa, ya que estaba llena de trozos de madera y algo de hierba, pero las piernas se me habían dormido y no me respondían.
- Esto…lo siento mucho – dije intentando que no se me subieran los colores, lo que llegó a resultar una misión imposible.
- ¿Sentir el qué? Si no has hecho nada malo – me contestó con voz dulce el chico que llevaba unos tirantes de ojos grises, y extendió su mano hacia mí ayudando a levantarme.
- Em… gracias – respondí cabizbaja y con voz cortada.
Lo primero que pensé al verles era que serían unos creídos que se les había subido la fama a la cabeza, pero solo con haber intercambiado dos palabras, sabía que nada de eso les ocurría.
Se fueron presentando todos, uno a uno. Louis era el chico de tirantes y ojos grises, Niall era el rubio de ojos azules que tocaba la guitarra. En cuanto le ví, supe que si se lo presentaba a Mar, se iba a enamorar completamente de él. Zayn era moreno con unos ojos marrones, esos ojos que seguramente iban a volver loca a Bea. Liam era el chico que llevaba una camisa de manga corta a cuadros, y por último Harry… el chico; sus rizos, sus ojos, su sonrisa, sus hoyuelos…
-  Encantada, me llamo Paola – contesté soltando otra de mis mejores sonrisas, la segunda hasta el momento.

Fuimos dando un paseo por el pueblo como si fuéramos amigos de toda la vida, hablando de todo un poco.
No podía negarlo, estaba nerviosa. Me sudaban las manos y me temblaban las piernas, y nada de eso mejoraba con las miradas de Harry. Sé que parece una locura, pero cada vez que le miro siento que le conozco de algo, de ese algo que no consigo recordar por más vueltas que le doy a la cabeza.
A mitad del camino encontramos un parque que estaba desierto de gente, y decidimos quedarnos. Louis y Harry parecían un matrimonio; discutían y a los segundos ya se estaban dando abrazos. No paraban de hacer el tonto ninguno de los dos, pero aún así, eran igual de adorables. Liam y Zayn se sentaron en un banco con los móviles, y Niall y yo estuvimos haciendo tonterías por todo el recinto, sacando nuestro lado más infantil. Fuimos a un kiosco que estaba enfrente e hicimos una pequeña merendola.
- Bueno Paola, ¿has pensado en dedicarte a la música profesionalmente? – preguntó Liam con cara de intriga.
- ¡Claro que lo he pensado! Pero no creo que vaya a llegar nunca a ese nivel, a parte, a mis padres no les gusta mucho esa idea. Prefieren que me centre en los estudios – contesté con voz de pena.

Pasaron unas chicas a nuestro lado que llevaban la música puesta. Stereo hearts. Cuando se fueron alejando, noté como los chicos empezaron a mirarme de forma extraña, tramando algo, hasta que me dí cuenta de lo que se les pasaba por la mente, a lo que me negué rotundamente.
- No, no y no, no lo pienso hacer -.
Niall cogió mi guitarra y empezó a tocar los acordes de la canción y todos le siguieron cantando. Pensaba que iban a seguir así hasta que se acabara la canción, pero a los pocos segundos de empezar hubo un silencio.
- ¿Veis? Si vosotros dos lo hacéis muy bien, yo no tengo porque cantar.
- Venga Paola, hazlo por nosotros -. Louis empezó a hacer pucheros con la cara, a lo que me costaba mucho resistirme, y más por esos ojos.
Mirando de reojillo, sentí como Zayn se acercaba mucho hacia mí y se arrimó a mi oreja.
- Y si no lo haces por nosotros, por lo menos hazlo por Harry -.
Acto seguido, me guiñó un ojo. Los chicos se quedaron extrañados por esa expresión, a la que no dieron mucha importancia, pero a la que yo dí mucha.
¿Por qué me había dicho lo de Harry? Lo más normal es que se hubiese pronunciado a sí mismo, pero no todo es como pensamos.
Ese silencio me estaba incomodando mucho, muchísimo, a si que accedí a cantar y la música se volvió a escuchar.
Me levanté del césped y ví como Harry se levantaba conmigo. Espera, ¿Harry?
¿Apenas me había dirigido la palabra en todo el día y ahora iba a cantar conmigo? Ese tipo de acciones bipolares las odio, pero eso no iba a arruinar mi canción.
``My heart's stereo, It beats for you so listen close, hear my thoughts in every note, oh oh. Make me your radio, turn me up when you feel low. This melody was meant for you, just sing along to my stereo´´.
La verdad, no canta nada mal, pero que nada mal.
Segundos antes de terminar la canción, cerré los ojos para acabar bien la afinación, y cuando terminó, los volví a abrir y encontré a Harry mirándome con una sonrisa de oreja a oreja, con sus preciosos hoyuelos que siempre están ahí, pero no le aguante mucho la mirada, ya que sentí una vibración en el bolsillo pequeño del pantalón. Mamá.
- Dime mamá -.
- Cariño, ven cuanto antes a casa de los abuelos que nos tenemos que ir -.
- ¿Qué ha pasado? -.
- Tranquila amor, no te preocupes. Solo que a tu hermana le duele un poco la tripa y tu padre y yo preferimos irnos a casa -.
- Vale mamá, ya voy de camino a casa. Un beso -.
- Te quiero cariño, y ten cuidado cuando vengas -.

Colgué y volví a meter en móvil en el pantalón.
- Bueno, ¿segui…
Apenas pude terminar la frase cuando me dí cuenta de que todos estaban mirándome con una mirada de confusión. Bueno, todos excepto Niall, que seguía estando tan normal como antes. Se acercó a mí y se acercó a mi oído:
- Vamos a tener que darles unas cuantas clases de español a estos ingleses, ¿no crees? -.
Seguidamente de aquel comentario, empecé a reírme sin pensarlo, saliendo solo.
- Si hace falta mejor nos vamos y os dejamos solos tortolitos – soltó Louis de repente con voz picarona.
- ¿Y si mejor nos vamos? La madre de Paola debe de estar esperándola – dijo Harry.
Nos miramos. Intenté buscar algo en su mirada, intentando descifrar algo, aunque fuese lo mínimo. Pero nada, no hubo ningún logro.

Cuando estábamos a unos metros de la puerta de casa, ví como mis padres estaban despidiéndose de mis abuelos. Una vez que se quedaron solos, visualicé como la expresión de la cara de mi madre cambiaba, estaba alegre, contenta, como me gusta verla a mí, pero no creo que fuese por mí.
- ¡Harry! Madre mía, como has cambiado, cuanto tiempo, ¿qué tal estás? -.
Espera, ¿Harry, mi madre? ¿Qué tenían que ver los dos? Espero que esto no sea un programa de cámara oculta.
- ¡Señora! Si, la verdad es que si, hace mucho que no les veía. Bien, ¿ustedes qué tal? -.
- Nosotros muy bien, como siempre la verdad. No me puedo creer el cambio que has dado, cuando tenías nueve años eras un enano y mírate ahora -.
- Bueno, la verdad es que sí, no me puedo quejar. Usted también ha cambiado mucho, para mejor claro -.
- No digas tonterías anda. A ver si un día nos vemos todos con tus padres y hablamos, ¿a que sí Paola? -.

Estaba en mi mundo. Era imposible. Mis padres conocían a Harry, y por lo que se ve, ahí no acababa la cosa. Notaba que estaban hablando, pero le dí poca importancia. Hasta que sentí que me zarandeaban y reaccioné.
- Cariño, ¿estás ahí? – dijo mi madre con preocupación.
- ¿Eh?, esto… si, si -.
- Sabes que no me gusta que me des la razón como a los tontos – contestó con voz de pocos amigos -. Despídete de todos tus amigos y nos vemos en el coche.
Y Harry, me alegro de haberte vuelto a ver.
- Lo mismo digo Carmen -. Guau, pocas veces oír el nombre de mi madre me resultaba hasta extraño.

Mi madre se metió en el coche y seguida de ella, fueron mi padre y Alicia.
- Bueno chicos, yo me voy, espero volver a veros pronto -.
- Eso no lo dudes. Toma -. Liam sacó una pequeña tarjeta de su bolsillo y me la entregó.
- ¡Gracias! -.
Les dí unos besos de despedida, aunque en el que más me detuve fue en él, en quién si no. En esos ojos raros que cada vez que los miraba me hipnotizaban, en esos perfectísimos hoyuelos, en esa sonrisa jodidamente perfecta, en esos labios que dan ganas de besarlos cada vez que los veía.
Una vez que estaba en el coche, el camino se hizo eterno. Creo que merecía una explicación sobre todo eso. No iba a esperar una eternidad para descubrirla, a si que rápidamente saqué el móvil y me dispuse a mandar un mensaje.

(*Narra Harry*)

Ví como se iba en aquel coche. No podía apartar la vista de ella, de sus ojos color miel, de su pelo castaño claro que solo quería acariciar, de sus carnosos labios que quería besar y nunca parar de hacerlo, de su sonrisa, que según ella era imperfecta, pero según yo, era la más perfecta que había visto.
Habían pasado muchos años, demasiados, pero esos recuerdos permanecen ahí como si hubiesen sido ayer. Pero sabía que esta era mi oportunidad, y no la iba a dejar escapar.
Sentí una vibración del móvil que rápidamente logró sacarme de mis pensamientos. Un mensaje, número desconocido.
‘’Necesito verte cuanto antes, creo que merezco una explicación. Besos, Paola’’.
A la chica no le faltaba razón. También pensaba que merecía una explicación. Ni yo mismo me entendía. Pero no iba a ser solo mía.

Habían sucedido muchas cosas, la habían pasado muchas cosas. Sufrió como ninguna otra persona que haya conocido, y una de las más valientes que existen.
No contesté al mensaje, simplemente no pude. Prefería decirlo todo en persona.
- ¿Harry? ¿Harry estás ahí? -.
- Eh… sí, sí, claro Liam -.
- Tío, no nos gusta verte así. No te preocupes que todo se arreglará – dijo Louis poniendo su mano alrededor de mi hombro.
A raíz de esas palabras, mis ojos empezaron a sumergirse en largos mares llenos de agua, yéndose la situación de las manos.
- Eso espero, aunque no es que tenga muchas esperanzas en que eso se haga realidad. No se acuerda de quién soy. Para ella nuestros momentos vividos no han existido, se han desvanecido completamente –. Rompí a llorar, aunque era predecible.
- Joder Harry, por muy difícil que parezca, siempre hay una mínima esperanza, la que nunca hay que perder – dijo Zayn.
Decidí bajar la cabeza y seguir andando. En esos momentos, el mundo desapareció y solo estaban mis sentimientos y yo. Quería perderme en la oscuridad de la noche, en el camino de farolas que estaban encendidas, en las calles llenas de piedras.

jueves, 5 de abril de 2012


Capítulo 2

(*Narra Paola*)

Por fin se habían acabado las clases y podía decirlas adiós hasta dentro de unos largos meses. Me despedí de todas las personas que conocía, en especial de Bea y Mar. 
Mientras iba de camino a casa, saqué mi blackberry como de costumbre y puse una de mis canciones preferidas; my life would suck without you, de Kelly Clarckson.
Iba desprevenida tarareando la canción cuando ví a unos niños corriendo que me llevaron a recordar los mejores momentos de mi infancia. Cuando lo único que te importaba era pasártelo bien con tus amigos y amigas.

Llegué a casa, abrí la puerta, y ví a mis padres y a mi hermana en el salón viendo la tele:
- Cariño, te hemos dejado la comida preparada. La tienes en la mesa – dijo mi padre cogiendo el mando de la estantería.
- Vale, gracias – contesté terminando de quitarme la mochila.
- En cuanto termines nos vamos a casa de los abuelos.

Asentí con la cabeza dirigiéndome a la cocina. Preparé la mesa y me puse a comer. Tortilla de patata, mi plato preferido.
En cuanto terminé, subí las escaleras y me cambié de ropa; me puse unos pantalones cortos vaqueros, una camiseta de tirantes con rayas blancas y rojas y mis converse rojas. Después cogí lo indispensable: el móvil, los cascos y mi guitarra, siempre la llevo conmigo.
Bajé las escaleras y ví que mis padres y Alicia ya estaban fuera de casa. Cogí las llaves y cerré la puerta.
-¡Eres una tardona! – gritó mi hermana cruzándose de brazos.
-¡Si apenas he tardado diez minutos! Anda, métete en el coche y siéntate enana – dije revolviéndola el pelo y dándole la mínima importancia a lo que me había dicho.
Seguidamente entré en el coche y durante el viaje le dije a mi padre que encendiera la radio. El sabía perfectamente cual era la cadena que quería. Una de música extranjera. No sabía como se llamaba, pero no solía estar nada mal.
Salieron varias canciones; algunas de artistas conocidos y otras que solo conocían las personas de la época mis padres, hasta que los locutores empezaron a hablar en inglés y la música se detuvo:

‘’El grupo de cinco adolescentes One Direction, formado por Liam Payne, Niall Horan, Louis Tomlinson, Zayn Malik y Harry Styles han dejado apartado por un tiempo el trabajo y han decidido pasar unos meses de vacaciones en algún sitio desconocido que nadie sabe.
Y ahora, les dejamos con la canción que ha hecho más famosos a estos chicos. What makes you beautiful ‘’.

Fui la única de los cuatro que logró entender lo que decían.
Empezó a sonar la música y con ella las voces de esos chicos. La verdad, cantaban muy bien. Bastante bien.
La canción me encantó, a si que rápidamente me la descargué en el móvil. Durante el trayecto me dormí y el camino se me hizo corto.

-Paola, Alicia, despertad que ya hemos llegado.
Fui abriendo los ojos poco a poco y me estiré como pude.
Salí del coche respirando aire de verdad, de campo. Donde conseguía olvidarme de todo y hacer como si empezara una nueva vida.
Mi pueblo era perfecto.

Estuvimos con mis abuelos hablando de todo un poco; que tal el instituto, las notas, los amigos, si me había salido algún noviete por ahí… la típica historia de siempre.

Después de aquella larga charla familiar, fui a dar una vuelta por un bosque que estaba a pocos minutos de la parcela donde me encontraba.
No lo puedo evitar y me puse los cascos para escuchar otra de las canciones de esos chicos; One thing.
Sus voces eran totalmente increíbles.
Al llegar a ese terreno lleno de árboles me los quité, y cuando me adentré más empecé a escuchar unas voces que me resultaban familiares. No quería que me viese nadie, a si que me escondí detrás de un árbol y me fui asomando poco a poco.

No podía ser. Eran ellos. One Direction.
El chico rubio de ojos azules estaba sentado mientras tocaba la guitarra, y los demás estaban cantando de pie. No pude evitarlo y mi vista se dirigió al chico que iba con una americana preciosa y que estaba de espaldas. Cuando se giró mis ojos se abrieron como platos, ya que no daban crédito a lo que veían. Era él. El chico que ví cuando estaba en la calle con Bea y Mar, el que no paraba de mirarme y sonreírme.
Cada vez estaba vas perpleja, y para rematarlo, se fue acercando una avispa hacia mí, lo que hizo que no parara de mover las manos y me dí un golpe contra el árbol. Las tengo una gran fobia.
Intenté tranquilizarme y me volví a asomar. Como era lógico, ellos se dieron cuenta de que un fuerte ruido había sonado, a si que eché a correr, no demasiado rápido para que no se dieran cuenta de que alguien había estado allí.

Llegué a otra parte del bosque que no estaba muy alejada de donde venía.
No voy a mentir, tenía gran curiosidad por conocerles, y se me vino una idea a la mente en el momento más oportuno; me senté en un tronco que estaba medio cortado y sin pensarlo dos veces, saqué mi guitarra de la funda y empecé a tocarla, para que poco tiempo después acompañara a la melodía con mi voz.
Me dejé llevar por la emoción y canté como nunca antes lo había hecho, y me olvidé completamente de quién me estuviese observando o escuchando. En esos momentos todo me daba igual. Éramos la música y yo, solo dos.

Cuando terminé de tocar, repentinamente salió una lágrima de mi ojo, una lágrima de felicidad:
- No puede ser. Mierda, he perdido el móvil. Me van a matar.
Me puse a buscarlo como una loca por mis alrededores, pero nada. Mi blackberry no daba señales de vida por ningún sitio. Desde ese momento, supe que la felicidad iba a desaparecer de un momento a otro.
- Guau, con que resulta que la chica de la cara bonita también tiene una bonita voz -.
Lo único que pude hacer en ese momento fue girarme para reconocer aquel chico que me había hablado, el que se suponía que tenía mi móvil y me había escuchado cantar.
Era él, otra vez.
Aquel chico de la calle, el de la americana preciosa, el de los rizos que todas querríamos tocar, el de lo ojos de color raro, pero un raro que me encantaba, el de la sonrisa que estaba caracterizada por esos preciosos hoyuelos.
Me perdí completamente en su mirada, y una enorme expresión de alegría salió de mi cara. Otra de mis mejores sonrisas.

martes, 3 de abril de 2012


Capítulo 1

(*Narra Paola*)

- ¡Paola, despierta o llegarás tarde! –.

Escuchaba una voz que venía de la planta de debajo de casa. Me desperté rápido para empezar a vestirme. Hoy era el último día de clase y había que ir a recoger las notas y despedirnos de todos nuestros compañeros. Iba a pasar todo el verano en Londres, en casa de una familia de acogida. Mis padres y yo ya habíamos hablado con ellos. Eran realmente encantadores.
Recogí rápido la habitación y bajé a la cocina donde estaban mi madre y mi hermana pequeña Alicia:
-Mamá, cojo una manzana y me voy, que he quedado en casa de Mar para ir al instituto con ella y con Bea.
- Vale cariño. Oye, esta tarde nos vamos a casa de los abuelos, a si que te quiero ver pronto en casa – me dijo con voz seria.
- Vale, no tardaré. En cuanto salga del instituto vengo derecha a casa – contesté. Bueno me voy que me estarán esperando, te quiero – me acerqué y la dí un beso en la mejilla.
- Te quiero hija – me dijo con una voz dulce y me devolvió el beso.
- Te quiero enana – le dije a Alicia dándola un beso en la frente.
-¡Te quiero! – me respondió con entusiasmo.

Al salir por la puerta, allí estaba Bea.
Bea era mi mejor amiga, ya que prácticamente nos veíamos todos los días y estaba más tiempo en mi casa que en la suya. Era una más de la familia, como una hermana mayor para mí. Tenía los ojos marrones claritos con muchos destellos verdes que la resaltaban bastante en su piel morenita. Yo era más alta que ella, pero tampoco mucho. Es una de las mejores personas que conozco.

Caminamos unos pocos minutos hasta llegar a casa de Mar, que justo salía  por la puerta poniéndose el zapato. De verdad, me encanta como viste esta chica, tiene un estilo único. Sabía combinarse todo tipo de ropa a la perfección.
Mar era rubia, con los ojos más claros que Bea y también era un poco más bajita que yo.
Yo sin embargo, tenía los ojos color miel y era castaña clara. Era otra del montón.
Las tres nos conocimos hace poco más de tres años, en una academia de baile a la que me apunté. Menos mal que las conocí, porque ahora mismo no sé que haría sin ellas.
Fuimos andando hacia el instituto hablando de las cosas que nos habían sucedido en estos últimos días, ya que últimamente por los exámenes no nos habíamos visto mucho, y eso era muy raro en nosotras.
Yo iba con mi blackberry, a si que no iba prestando mucha atención a lo que pasaba por mi alrededor, hasta que reaccione y  noté que alguien no paraba de darme codazos uno detrás de otro:
-¡Paola, Paola, Paola! – me gritó Bea con un entusiasmo que demostraba con su sonrisa de oreja a oreja.
-¡Bea, para, que al paso que vas me vas a gastar el nombre! – la dije en todo gracioso. ¿Qué pasa?
-¿¡No te acabas de dar cuenta del pivón que acaba de pasar por tu lado y que se a quedado mirándote de arriba abajo!? – me dijo Mar casi gritándome con los ojos abiertos como platos.

Me quedé atónita con lo que me estaban diciendo mis dos mejores amigas. Sería poco probable que me estuviera pasando esto a mí.
- Mar, como te haya escuchado te juro que no se lo que te hago – contesté con ganas de ‘’matarla’’.
Pero bueno, era hora de comprobar si lo que me estaban diciendo era verdad o si era todo una fantasía, a si que no dudé ni lo un segundo y me giré.
 Ví a un chico que no paraba de mirarme y sonreírme. Tenía unos rizos que toda chica querría tocar, unos ojos verdes claros y unos hoyuelos que se reflejaban en sus mejillas con los que se me caía la baba.
-¿Seguro que me miraba a mí? – pensé para mis adentros. Me parecía muy, pero que muy raro que un chico como él se fijara en mí. No era una preciosidad y tampoco tenía un cuerpo de infarto. Pero decidí no darle más vueltas a ese asunto, ya que me solía incomodar bastante. A si que lo único que hice fue lanzarle una de mis mejore sonrisas y seguir mi camino hasta el instituto. La verdad, esperaría a que llegara el día en que me lo volviese a encontrar.
Y desde luego, Bea y Mar no tenían malos gustos; creo que ese chico me podría llegar a gustar sin conocerlo demasiado. Aunque su cara me sonaba familiar.